Cuando llega el invierno a Alsacia, la región se transforma en un auténtico escenario de cuento de hadas. Las calles se adornan con guirnaldas brillantes, el aire se impregna de vino caliente y canela, y las fachadas de entramado de madera parecen sacadas de un libro ilustrado. En este ambiente mágico surge la idea perfecta: regalarse una estancia romántica en el corazón de los mercados navideños alsacianos.
